Una “cierta mirada” sobre el origen del constructivismo
En el campo cognitivo se ha experimentado una gran evolución/revolución, disponiendo en la actualidad de múltiples formas de entender al ser humano como constructor de significados. Así, las terapias evolucionan, cambian sus supuestos, compiten con otras, se superponen, marcan límites y señalan su alcance. Cada modelo terapéutico tiene algo que ofrecer y comparte elementos con otros enfoques que se han dejado modelar por un espíritu de la época similar.
La finalidad de estas breves líneas estriba en reflexionar sobre uno de los orígenes del constructivismo. Para ello nos focalizaremos en la teoría de la semántica general (SG), desarrollada por Alfred Korzybski (1933), a mediados del siglo pasado, y marco conceptual de nuestros trabajos en terapia lingüística de evaluación (TLE; Caro Gabalda, 1990, 1994, 2005, 2014).
Podemos apreciar la influencia en este contexto constructivista del marco de la SG, en el modelo de Kelly (1955) donde se asumía la influencia del lenguaje en la psicopatología, considerando las etiquetas como constructos, o los beneficios de la no identificación.
Siguiendo con estos ejemplos, nos detendremos, brevemente, en las primeras formulaciones de Guidano y Liotti (1983) con la importancia dada a la extensionalización en relación a los enunciados auto-referenciales. Por ejemplo, en su texto de 1983 señalan la deuda con Korzybski (y también con Ellis) para trabajar, de forma lógica, las teorías profundas de los pacientes. Así, dedican un apartado a lo que ellos denominan, terapia semántica para trabajar con las falsas concepciones sobre el sí mismo. Plantean la importancia de correcciones semánticas para entender las estructuras cognitivas de la identidad personal. Es decir, emplear formas verbales como “Yo soy”, seguidas de un predicado, “yo soy un fracaso” no tienen valor lógico (desde la SG, se impide el “es de la identidad, ya que el mapa no es el territorio; Korzybski, 1933) y con el siguiente argumento:
“Porque “Yo” se refiere a una miríada de diferentes actos y partes, y “ser” es el verbo de la universalidad, sólo un predicado que puede aplicarse de forma lógica a todos esos actos y partes puede tener sentido en una frase como “yo soy”. Sólo existe tal predicado –“Yo soy un ser humano”- y es tautológico” (Guidano & Liotti, 1983, pág. 155).
Desde esta perspectiva hay que abandonar los enunciados de este tipo para construir nuestra identidad personal. Así, en lugar de decirnos “soy un fracaso”, debemos emplear enunciados que describan (más extensionales, siguiendo a la SG) lo que hacemos o sus consecuencias. Lo único que podemos decir, por ejemplo, es que algunas de las cosas que hacemos son a menudo -aunque no siempre- más reforzadas socialmente que otras (Guidano & Liotti, op. cit., p. 156), o que nos han salido peor, o que no hemos conseguido, etc.
¿Cómo se puede ahondar un poco más en esta relación? Introduciremos algunos conceptos principales de la SG enlazándolos con algunos planteamientos constructivistas.
En primer lugar, es obvio reconocer que ningún sistema terapéutico surge de la nada, sin influencias y antecedentes que lo posibiliten. Supondría asumir un vacío histórico de cualquier sistema de creencias,
Desde la perspectiva del construccionismo social (véase Berger & Luckman, 1966), cualquier sistema de creencias está social e históricamente constituido. Desde la SG, y como planteaba Korzybski a comienzos del siglo pasado, enlazamos el tiempo, es decir, el pasado, construimos el presente y sentamos las bases de nuestro futuro, a través de símbolos y de significados socialmente constituidos, ya que el ser humano es una clase de vida simbólica. Desde esta perspectiva, vivimos en un ambiente doctrinal, esto es, pleno de creencias, evaluaciones, supuestos, narraciones, historias personales, sociales, culturales, etc. Todo ello articulado a través del uso del lenguaje y de los símbolos que heredamos y transmitimos.
Por ejemplo, vivimos en una sociedad occidental encaminada al éxito y al control. Podemos asumir que una persona que nazca en una familia que dé una importancia extrema a ello podría tener problemas relacionados con esta construcción social. En terapia puede manifestar, “soy un fracaso”. Esta evaluación se debe enmarcar en dicho contexto doctrinal, cultural (las familias son subculturas). Por tanto, el terapeuta tiene que hacer un análisis de este “soy un fracaso” haciendo que el paciente reflexione sobre de dónde sale dicho etiquetado, etiquetado desde el cual ha construido una narración con la temática (y sus derivaciones) de “yo como fracasado”, y por qué es tan importante para él el binomio éxito-fracaso.
Así, y relacionado con lo anterior, la meta de la SG y de la TLE está en lograr que seamos conscientes de todo este ambiente doctrinal, de lo que nos decimos y de las inferencias que asumimos sobre el lenguaje y de cómo lo usamos para referirnos o construir nuestras experiencias, fundamentalmente, teniendo en cuenta que no podemos identificar mapa con territorio.
Estas ideas quedan reflejadas en los principios construccionistas (Polkinghorne, 1988, 1992) que consideran que el lenguaje crea nuestra realidad, siendo el medio principal de la terapia, ya que cada paciente acude a psicoterapia con una historia que contar. Además, cada lenguaje tiene una forma particular de distorsionar, filtrar y construir la experiencia. El trabajo terapéutico, por tanto, consistirá en ayudar al paciente a reparar la historia de vida que se ha vuelto anómala. O, más específicamente, en lograr que el paciente sea capaz de elaborar, transformar, y reparar sus propias historias.
En segundo lugar, hay que resaltar la visión sobre el conocimiento humano. Para la SG, el conocimiento humano es una abstracción, ya que, además de que no podemos identificar palabras o mapas, con hechos o con territorios, debemos asumir que cualquier mapa no cubre todos los elementos de un territorio. Nuestras experiencias, aquello que hemos dado en llamar “nuestra realidad”, están en continuo cambio, ya que vivimos en un mundo en proceso. Así, al conocer nuestras experiencias, inevitablemente, lo hacemos de manera incompleta, aproximada, inferencial y fragmentada. Derivando de todo ello, la imposibilidad de realizar representaciones precisas de “lo real”.
Por ejemplo, los pacientes acuden a psicoterapia pensando que aquello que dicen sobre ellos mismos (“soy una carga para mi familia”) es cierto, por tanto, que su forma de ver o de construir las cosas refleja una realidad en la que están inmersos y que no pueden evitar. Así, se focalizan sólo en las derivaciones, por ejemplo, de ese etiquetado, dejando de lado otras cosas que hacen, les pasan, todas las circunstancias de sus relaciones con los demás, etc. (recordemos, igualmente, los comentarios de Guidano y Liotti anteriores). La tarea terapéutica será la de hacerles reflexionar y darse cuenta de que el uso que hacen del lenguaje, convirtiendo en cierto todo lo que se dicen sobre ellos mismos, por ejemplo, los lleva a construcciones fijas, inamovibles, que se toman, además, como ciertas/reales porque filtramos todas nuestras experiencias a través del lenguaje. O lo que es lo mismo, que los pacientes se den cuenta de que están identificando mapa con territorio; o dejándose llevar por el “es de la identidad”). La tarea terapéutica será intentar que abran el foco, que mejoren su conocimiento (¿qué más cosas haces por los demás?, ¿estás convirtiendo en cierto aquello que te dices sobre ti mismo?, ¿tu familia te dice eso?, ¿cuáles son las condiciones detrás de lo que estás diciendo?, ¿siempre te has considerado una carga?, ¿cuando no te consideras una carga, eso de qué depende?, etc.).
Estas cuestiones son plenamente coherentes con la perspectiva constructivista que asume que el conocimiento no representa de forma correcta y fiable la realidad, ya que no existe una base epistemológica que nos permita afirmar la verdad indudable del conocimiento humano. Al igual que en la perspectiva SG, el conocimiento es un cuerpo de fragmentos de comprensión, estando, lo “real”, en un proceso continuo de cambio. Igualmente, las historias que hacemos son únicas ya que no podemos asumir que exista una verdad objetiva o más profunda.
Hay que reconocer, para terminar este breve esbozo relacional que, indudablemente, no se está haciendo una falsa identificación, el constructivismo = SG, o asumiendo que el constructivismo tiene una deuda gigantesca con la SG, sino, simplemente, que la SG contiene elementos que pudieron preparar un contexto para el desarrollo constructivista, ya que contribuyó a la “revolución cognitiva” (Mahoney, 1991).
Para concluir, habría que reconocer que estas relaciones no implican una forma semejante de trabajar terapéuticamente que hemos esbozado, aquí, muy brevemente. Existen importantes diferencias entre la SG/TLE y los diversos enfoques constructivistas, en la práctica (Caro Gabalda, 1990, 2002). Diferencias en la práctica, pero partiendo de un marco de cercanía que, sugerimos, conviene conocer.
Isabel Caro Gabalda. Catedrática de la Universidad de Valencia. Miembro Fundador de ASEPCO. Didacta y Docente.
Referencias bibliográficas
- Berger, P.L. & Luckmann, T. (1966). The social construction of reality. Londres: Penguin.
- Caro Gabalda, I. (1990). Semántica General y psicoterapia. En Caro Gabalda, I. (Ed.), Psicología y Semántica General (pp. 219-259). Valencia: Promolibro. Colección de Psicología Teorética.
- Caro Gabalda, I. (1994). La práctica de la terapia lingüística de evaluación. Salamanca: Amarú Ediciones.
- Caro Gabalda, I. (2002). General semantics-Cognitive therapy-Constructivism: A relational approach. En I. Caro Gabalda & Ch. Read (Eds.), General Semantics in psychotherapy (pp. 324-352). Nueva York: Institute of General Semantics.
- Caro Gabalda, I. (2005). The linguistic therapy of evaluation. En A. Freeman (Ed.), International Encyclopedia of Cognitive Behavior Therapy (pp. 233-236). Nueva York: Kluver Academic/Plenum Press.
- Caro Gabalda, I. (2014). El uso del lenguaje en psicoterapias cognitivas: Conceptos y técnicas principales de la terapia lingüística de evaluación. Bilbao: DDB.
- Caro Gabalda, I. (2019). General Semantics’ psychotherapeutic use: The general semantics debate to face uncertainty. Etc, 76, 40-58.
- Guidano, V. & Liotti, G. (1983). Cognitive processes and emotional disorders. Nueva York: Guilford Press.
- Kelly, G. A. (1955). The psychology of personal constructs (Vol. II). Nueva York: Norton.
- Korzybski, A. (1933). Science and sanity. An introduction to non-aristotelian systems and general semantics (4rd. ed.). Lakeville: Institute of General Semantics.
- Mahoney, M. J. (1991). Human change processes. Nueva York: Basic Books.
- Polkinghorne, D. E. (1988). Narrative knowing and the human sciences. Nueva York: State University of New York Press.
- Polkinghorne, D. E. (1992). Postmodern epistemology of practice. En S. Kvale (Ed.), Psychology and postmodernism (pp. 146-165). Londres: Sage.