Apego y psicoterapias constructivistas
Soplan vientos de cambio en el campo del apego: la tercera generación de investigadores junto a algunos veteranos consagrados propone una vuelta a los orígenes teóricos y epistemológicos propuestos por Bowlby y Ainsworth para reconducir el camino erróneo que ha tomado la teoría en las últimas décadas, caracterizado por un enfoque categorial y una simplificación excesiva, que transmiten una idea determinista del desarrollo y el funcionamiento humano (Haltigan y cols. 2021; Duschinsky, 2020; Crittenden, 2017a).
La teoría del apego trata de arrojar luz sobre el modo en que la adaptación a lo largo del desarrollo evolutivo va a favorecer una serie de estilos vinculares y estrategias de procesamiento de la información sobre otros, influyendo en el modo en que se va constituyendo el sujeto y su forma particular de construcción de la experiencia. La intersubjetividad es la principal herramienta evolutiva de la especie, por lo que resulta fundamental la adaptación al contexto interpersonal, y en etapas tempranas del desarrollo a los vínculos de cuidado, ya que estos son el sostén de la supervivencia, nuestra principal protección frente al peligro en la infancia y la matriz relacional en la que construiremos nuestras capacidades intersubjetivas.
Pero el apego no se detiene ahí, el desarrollo es un proceso de continua reconstrucción que está sujeto a la influencia de múltiples variables, no hay un determinismo, pero tampoco es azaroso o caótico, y los vínculos de cuidado ejercen su influencia durante muchos años. Si somos capaces de asumir la complejidad del desarrollo evolutivo y la constitución de la subjetividad (Sroufe y Jacobvitz, 1989), es mucho lo que la teoría del apego, desde la cuna hasta la tumba, puede ofrecer al terapeuta constructivista. Destacaré algunas de las principales aportaciones:
- Aportación nº1: Un modelo evolutivo de desarrollo a lo largo de todo el ciclo vital:
Pese a que la comprensión del desarrollo es importante para entender la constitución de aparato psíquico y la personalidad, especialmente en los trastornos más graves, no hay ninguna alternativa teórico-clínica que nos ofrezca un modelo completo del desarrollo evolutivo. La teoría del apego lo hace utilizando constructos comprensibles y contrastables empíricamente (a diferencia del psicoanálisis), integrando tanto aspectos individuales como del contexto con un enfoque basado en fortalezas. (Sroufe y cols. 2009; Crittenden, 2017b)
- Aportación nº2: Un mapa, aún imperfecto, de la psicopatología en tres niveles o dimensiones:
- El nivel de organización de la personalidad -normal-neurótico-borderline-psicótico (McWiliams y Shedler, 2017)- que tiene que ver con la capacidad para procesar la experiencia, cuya estructuración está en gran medida vinculada al grado de organización del apego. En el caso de los niveles funcionales más más bajos, pesa la influencia de la desorganización persistente asociada a otros factores desfavorables (Sharp y cols. 2016; Gumley y Liotti, 2018).
- El estilo de apego subyacente, considerado dimensionalmente, que se relaciona con el estilo de procesamiento experiencial y se solapa con otra de las grandes dimensiones estudiadas en la psicopatología: Internalización (apegos A) vs. Externalización (apegos C), dando lugar a un mapa relativamente ordenado de los estilos de personalidad (esquizoide, depresivo, histriónico, paranoide, obsesivo, etc).
- Otros factores del contexto, que influirán a lo largo del desarrollo sobre la forma idiosincrática en que se configura la experiencia de sufrimiento individual: polaridades semánticas relevantes, características del sistema familiar, riesgo psicosocial, conflictos con necesidades evolutivas específicas, trauma, estrategias de afrontamiento puestas en marcha o favorecidas por el entorno, etc.
Una comprensión teniendo en cuenta la interacción de estos tres niveles simplificará mucho la tarea del clínico, que frecuentemente se pierde entre las aportaciones insuficientes, fragmentarias y teñidas teóricamente del tercer nivel (otros factores contextuales) y desatiende los dos primeros.
- Aportación nº3: Una herramienta potente para trabajar la transferencia
La regulación de la relación terapéutica para crear y mantener la alianza, y para reparar rupturas vinculares, es una de las habilidades que sustentan con más peso el buen pronóstico en terapia, especialmente en los casos más complicados. Entender el funcionamiento del sistema de apego facilita la lectura y reparación de ciclos interpersonales en sesión; existen modelos técnicos que incorporan el apego, abordando el fenómeno desde distintas orientaciones teóricas (Miller-Bottome y cols., 2018; McCluskey y O’Toole, 2019).
Para concluir, apuntar que la comprensión del nivel y estilo de procesamiento de la experiencia de la persona con quien trabajamos facilita también seleccionar las técnicas y adaptarlas estratégicamente a su estilo constructivo. La teoría resulta especialmente aplicable a los enfoques centrados en la cognición-emoción (cfr: Johnson, 2019), y a los modelos familiares (cfr: Selvini y Sorrentino, 2018; Dallos y Cols. 2020), ámbitos originarios de los enfoques constructivistas/construccionistas, y puede funcionar flexiblemente de dos maneras: aportando sus hallazgos para ser integrados en un modelo, o como metateoría que opere a modo de campo de integración. Esos sí, para que su utilidad sea real, debemos huir de la extendida visión reduccionista y apostar por una mirada de mayor complejidad.
Nacho Serván García
Miembro de ASEPCO. Psicoterapeuta y supervisor. CEPA: Centro Especializado en Psicoterapia y Apego